Siempre que inauguro alguna de mis exposiciones experimento la misma emoción:
me pierdo entre las obras colgadas en la pared. Vuelvo a entrar en las cuevas... regreso a algún pecio hundido...recorro acantilados y desciendo a fondos oscuros. Vivo de nuevo el silencio y el óleo tiñe otra vez mis manos...entonces veo mis cuadros como si no los hubiera pintado yo. Es una sensación inquietante ver tu obra objetivamente. Verte a tí mismo tal y como eres.
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